Yoga: el conocimiento de los chakras

Los chakras son centros energéticos que representan diferentes aspectos de nuestro ser físico, mental y espiritual. La práctica de yoga nos ayuda a alcanzar y expandir los niveles de conciencia relacionados con estos centros de energía. En realidad, se trata de un viaje hacia el descubrimiento de uno mismo.

Comenzaremos por observar nuestro cuerpo físico. Al poco tiempo, encontraremos en él una serie de desequilibrios, y rápidamente querremos saber a través de qué ejercicios podemos llegar a corregir esos desequilibrios. Sin embargo, pocas veces nos detenemos a considerar la posibilidad de que haya una correlación entre el hecho de que nuestros hombros estén encorvados, o nuestro pecho hundido, con un problema de autoestima o falta de confianza. Al conocer los rasgos de conducta y los patrones emocionales negativos asociados con determinados chakras específicos, podemos empezar a contemplar, aceptar y avanzar en nuestra propia evolución personal.

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Nuestro cuerpo funciona a diferentes niveles sutiles, que a su vez están conectados con el cuerpo material:

  • La fuerza vital (prana)
  • La mente (manas)
  • El intelecto (buddhi)
  • El yo (ahamkara)
  • La conciencia (chitta)

Existen siete vórtices o chakras mayores a través de los cuales la energía fluye dentro y fuera, salvando el espacio entre estos niveles sutiles del cuerpo y el nivel material, compuesto de carne, líquidos, huesos, fibras, grasa, etc. Estos siete chakras se sitúan en una línea que va desde el perineo, que es el área entre los genitales y el ano, hasta la zona superior de la cabeza, sobre la coronilla, a lo largo de un canal de energía conocido como nadi. Según la filosofía hindú, existen más de setenta mil nadis o canales de energía en nuestro cuerpo, similares a los meridianos de la medicina china o la acupuntura.

¿Qué es chakra?

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La palabra “chakra” proviene del sánscrito y significa “rueda” o “disco”. Por eso, podemos imaginar los chakras como ruedas que giran y vibran cuando la fuerza vital (prana) fluye a través de ellos. Somos seres bioenergéticos rodeados por un campo electromagnético, del cual extraen los chakras la energía, y a su vez la dispersan de vuelta hacia él. Si prana fluye libremente por los nadis y chakras, entonces los chakras giran en armonía, creando una vida equilibrada y tranquila. Sin embargo, es habitual que haya bloqueos de energía en el sistema: problemas físicos o emocionales, toxicidad ambiental o incluso una alimentación deficiente. Si un chakra presenta un bloqueo y su frecuencia vibratoria se vuelve más lenta, esto hace que se aceleren los demás chakras, afectando al flujo de energía de todo el sistema. El resultado, dependiendo del chakra que se vea afectado, puede variar desde falta de fuerza y vitalidad, hasta depresión, irritabilidad, melancolía, confusión mental, o desarreglos posturales…

Cada unos de los chakras se relaciona también con una etapa de nuestra vida y con las lecciones que tuvimos que aprender en ese estadio de nuestra formación. Si en alguno de esos momentos nos ocurrió algo que nos afectó a nivel físico o emocional, como heridas, accidentes, o traumas, es probable que haya dejado huella en el correspondiente chakra. Para poder dejar atrás ese punto tendremos que entender primero dónde puede estar el bloqueo físico o emocional, identificarlo y trabajar para superarlo. Gracias al conocimiento y la conciencia profunda de las características de los chakras y sus posibles desequilibrios podemos llegar a superar por fin problemas que se originaron mucho tiempo atrás.

¿Cuáles son los 7 chakras?

  • El primer chakra guarda relación con nuestra supervivencia física en este mundo, desde que nacemos hasta la edad de 7 años.
  • El segundo chakra se refiere a nuestra sexualidad personal y nuestra relación con el sexo opuesto, y se establece entre los 8 y los 14 años de edad.
  • El tercer chakra se relaciona con la voluntad y el poder personal, entre los 12 y los 21 años.
  • El cuarto chakra se refiere a nuestra capacidad de amar y ser amados, la compasión, la empatía y el perdón, y está relacionado con edades de 21 a 28 años.
  • El quinto chakra atañe a nuestra capacidad de comunicación, en edades de entre 28 y 35 años.
  • El sexto chakra se relaciona con nuestra capacidad para despertar la naturaleza creativa, la sabiduría y la intuición, de 35 años en adelante
  • El séptimo chakra es nuestra relación actual con el universo y con todo lo que contiene.

Las asanas de yoga ayudan a aumentar el prana circulante por el cuerpo, y de este modo la energía vital se incrementa y es posible deshacer cualquier bloqueo. También es efectivo utilizar sonidos: cada chakra tiene un bija mantra, un sonido con simiente. Este sonido resuena con la frecuencia vibratoria natural de cada chakra concreto y ayuda a alcanzar su equilibrio. La visualización también es beneficiosa para generar prana circulante, lo que ocurre al concentrarse en cada chakra y visualizarlo irradiando su color con gran brillo. Otro medio eficaz consiste en centrarse en una serie de formas o patrones, conocidos como yantras, y recitar afirmaciones positivas. Los chakras trabajan en armonía y dependen unos de otros, formando un sistema holístico interrelacionado. El triángulo inferior, formado por los tres primeros chakras, se encarga de la eliminación, mientras que el triángulo superior, los chakras quinto, sexto y séptimo, se centran en la acumulación. Los dos triángulos coinciden en el cuarto chakra, Anahata, el chakra del corazón, que es el centro de equilibrio de estas dos fuerzas. El objetivo del yoga no es estimular cada chakra de manera separada, aunque algunas asanas específicas pueden beneficiar el funcionamiento de cada uno de los chakras.

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