Françoise Mézierès, nacida en el seno de una acomodada familia francesa, pasó su infancia en Indochina, donde se impregnó de la filosofía oriental. Esta mujer, pequeña en altura pero de gran carácter, regresó a Francia en su juventud, y gracias a su capacidad para integrar ambas culturas, la oriental y la occidental, su trabajo ha revolucionado nuestra manera de ver, de sentir y de tratar el cuerpo humano.
Comenzó su andadura en el campo de la fisioterapia, como terapeuta y como docente, y a través de la observación y el tratamiento de sus pacientes llegó a desarrollar un método para afecciones crónicas del aparato locomotor de pronóstico desfavorable.
Método Mézierès
Mézierès constató que la musculatura funciona como una unidad. Los músculos trabajan como eslabones de una misma cadena, es decir, que cuando uno se estira, otro reacciona, y el conjunto de la cadena se ve afectado. Toda contracción muscular localizada engendra una tensión de la musculatura sinérgica, y por ello cualquier trabajo ejercido en un lugar cualquiera de la cadena provoca repercusiones en el conjunto de los músculos. Esta visión del sistema muscular como una unidad supone en consecuencia que el tratamiento corrector debe asumir también un enfoque global, atendiendo a los planos frontal, transversal y sagital.
Uno de los principios fundamentales del método Mézierès es la puesta en evidencia del acortamiento de la musculatura posterior. La causa principal es una actividad tónica constante localizada a nivel de los músculos superficiales posteriores, cuya función no es la de asegurar el mantenimiento postural del individuo. Esta hipertonicidad superficial, en cambio, al provocar acortamiento muscular, dificulta el funcionamiento normal de la musculatura profunda, cuya vocación sí es la adaptación y el ajuste del tono postural. La musculatura superficial juega este papel en su lugar, perdiendo su propia función de extensor del cuerpo, y convirtiéndose en un freno para el estiramiento durante el movimiento antagonista.
Este acortamiento genera una contracción constante, y en consecuencia la musculatura evoluciona hacia estructuras fibrosas, que responden mejor a este tipo de trabajo. La aparición de fibrosis muscular reduce la elasticidad y extensibilidad de la musculatura. El acortamiento se va transmitiendo de manera sinérgica al conjunto de músculos de la cadena posterior, comprimiendo el cuerpo y las articulaciones, y derivando en lordosis y otros dimorfismos, deformaciones y dolores reumáticos.
Posturas de estiramiento
Durante el tratamiento desarrollado por Mézierès se realizan posturas de estiramiento activo de los músculos, revelando automáticamente una serie de compensaciones a lo largo de la cadena muscular implicada, que se manifiestan no solamente en forma de lordosis, sino también mediante rotaciones internas de los miembros y un bloqueo del diafragma.
El trabajo de estiramiento muscular activo se centra en tres grupos de músculos:
- músculos antigravídicos
- músculos rotadores internos
- músculos respiratorios
Las posturas de estiramiento realizadas sobre estos músculos ponen en evidencia los mecanismos compensatorios, y permiten realizar las correcciones necesarias para reducirlos. Se consigue así ascender desde los síntomas hasta las causas de las lesiones, recuperar la buena forma morfológica y restituir la función. El trabajo puede ser muy diferente según los pacientes, ya que un mismo síntoma común puede estar provocado por causas diferentes, localizadas en puntos opuestos del sistema muscular, con lo cual el tratamiento ha de ser individualizado. Sin embargo, antes de comenzar con el estiramiento de la musculatura, el paciente debe tomar conciencia de las tensiones generadas por el acortamiento. La propiocepción, de nuevo, es una herramienta básica en el trabajo corporal. Mézierès constató que una vez que se han eliminado las contracciones superficiales que inhiben la musculatura profunda, la propioceptividad del paciente surge de manera sencilla y natural.
Para que una postura de estiramiento resulte eficaz, debe cumplir tres grandes reglas:
- Ejercer una tensión constante que, sin alcanzar el umbral del dolor, no debe relajarse durante toda la duración de la postura.
- Evitar las compensaciones en la medida de lo posible, mediante el uso de una buena técnica.
- Prolongarse durante el mayor tiempo posible, ya que según Mézierès el valor de un estiramiento no reside en su fuerza de tracción, sino en su duración.
Las sesiones de estiramiento inducen tensión en toda la musculatura posterior, inhibiendo las contracturas más superficiales para desalojar los espasmos más profundos. En determinados momentos, las resistencias del paciente pueden manifestarse en forma de temblores y sacudidas. El estiramiento es realizado de manera multidireccional, teniendo en cuenta los planos frontal, transversal y sagital, ya que el estiramiento de la musculatura sobre un solo eje de movimiento no permite desactivar adecuadamente los mecanismos de compensación.
El objetivo final del método Mézierès es alargar la musculatura de la cadena posterior, de manera que la fuerza se reparta de manera equilibrada. Debido a este concepto de equilibrio de la fuerza, Mézierès no era partidaria del deporte intensivo, que exige compensaciones musculares que acaban afectando negativamente al conjunto del sistema. Recomendaba, en cambio, la práctica del movimiento libre y natural.