Cuando hablamos de mitos del deporte nos estamos refiriendo a toda aquella información ampliamente esparcida y aceptada por la sociedad que influye en su forma de pensar y su comportamiento, pero que carece de evidencia científica. Hace poco te hablamos sobre mitos de nutrición. De hecho, la serie de mitos del deporte que destacaremos a continuación ya cuentan con suficientes pruebas en contra de ellos y por ello podemos catalogarlos como erróneos o equivocados.
MITO 1: El mejor protocolo de pérdida de grasa consiste en hacer largos entrenamientos de ejercicio aeróbico.
REALIDAD: La evidencia ha demostrado que la combinación de entrenamiento de la fuerza (dando prioridad a este) y ejercicio aeróbico optimizan más la pérdida de grasa en comparación con protocolos de entrenamiento basados únicamente en ejercicio aeróbico.
MITO 2: Para perder más grasa hay que procurar sudar lo máximo posible en cada entrenamiento.
REALIDAD: Aunque sí que es cierto que la sudoración implica un aumento del gasto energético por un aumento de la temperatura corporal, normalmente es un indicativo de pérdida de líquidos corporales, no necesariamente de grasa. De hecho, tras la ingesta de alguna bebida durante y después del ejercicio, todo este peso perdido a través de la sudoración vuelve a recuperarse. Por otro lado, sudar demasiado sin hidratarse correctamente puede disminuir nuestro gasto calórico durante la actividad física y por extensión la pérdida de grasa sería más costosa.
MITO 3: La calidad de un entrenamiento se mide por las agujetas que produce, cuantas más agujetas, mejor.
REALIDAD: Las agujetas o daño muscular que se extienden por períodos más largos de 48 – 72 horas tras un entrenamiento suelen ser un indicativo de que se ha excedido el volumen de entrenamiento tolerable por un determinado grupo muscular o lo que es lo mismo, se ha sobreentrenado. Para optimizar las ganancias de fuerza, hipertrofia o resistencia se tiene que respetar un volumen y una intensidad acorde a nuestro objetivo.
MITO 4: Realizar actividad física, independientemente del tipo o intensidad de esta, siempre es saludable.
REALIDAD: Realizar una actividad física a la cual no estamos adaptados o condicionados puede ser lesivo y perjudicial para nuestra salud. La recomendación es acudir a un profesional competente que sea capaz de adaptar la actividad física a nuestra condición física, necesidades y objetivos específicos.