Nacida a principios del siglo XX en Alemania, Gerda Alexander dedicó su vida a la experimentación en el campo de la danza, el ritmo y la gimnasia. Su potencial físico era limitado debido a una salud precaria, y por ello se orientó hacia la búsqueda de movimientos ligeros, sueltos y fáciles. Con este objetivo, Gerda Alexander desarrolló una técnica que denominó Eutonía, para poder mantener la postura y realizar cualquier movimiento de manera eficaz pero energéticamente económica.
¿Qué es la Eutonía?
La Eutonía designa un estado de bienestar y armonía, un equilibrio tónico, intermedio entre la hipotonía del reposo y la hipertonía de la contracción. El método persigue un reparto dinámico de las tensiones, más que una simple relajación, cuyas consecuencias serían la pasividad y la pesadez.
El método de Gerda Alexander mantiene que las tensiones del esquema corporal pueden equilibrarse mediante la realización de movimientos activo-pasivos. La fase activa se efectúa con una intervención mínima de la fuerza, y la fase pasiva constituye un abandono real a la gravedad. Si controlamos de manera consciente el paso del estado activo al estado pasivo, permitimos que los músculos trabajen con muy poco esfuerzo, equilibrando así el esquema corporal.
Este equilibrio muscular surge del conocimiento de uno mismo, de la atenta observación de todo lo vivido y sentido, que nos permite tomar conciencia de la propia realidad corporal y espiritual.
Mediante el método de la Eutonía, el alumno se introduce en un proceso de observación lento y minucioso, manteniendo en todo momento un estado de relajación física y mental. La actitud debe ser de total receptividad, evitando la sugestión o autosugestión.
Las sensaciones de la vida cotidiana son recogidas tanto en la superficie del cuerpo, como en el interior del organismo, y nos permiten educar y afinar nuestro sistema nervioso, con el objetivo de aumentar nuestra conciencia y alcanzar así el equilibrio tónico.
Percepciones cenésticas
La observación del método de la Eutonía se enfoca principalmente hacia las percepciones cenestésicas, aquellas relativas al movimiento, que pueden ser de origen propioceptivo o exteroceptivo.
- Las percepciones de origen exteroceptivo nos informan, a través del tacto, sobre la calidad de los materiales, su forma, estructura, temperatura y movimientos. La relación de apoyo permanente sobre el suelo integra estos datos.
- Las percepciones de origen propioceptivo pueden llegar de la superficie, donde nos informan sobre la presencia de la piel y la calidad de las presiones que recibe, o bien llegar desde la profundidad del organismo, desde donde nos proporcionan información acerca de la posición relativa de los segmentos óseos entre sí, la posición de la cabeza respecto a la vertical, o las tensiones existentes en los músculos esqueléticos y los órganos vegetativos. Los nociceptores o receptores de dolor nos informan también sobre los daños y lesiones.
El objetivo de la observación es instaurar una relación consciente entre el ser y su entorno. No se trata de lograr una fusión sensorial con el medio exterior, sino de mantener un contacto consciente, manteniendo la distinción entre sujeto y objeto, para respetar la integridad de la identidad personal.
Este nuevo mundo relacional se integra en las situaciones de la vida cotidiana. El método de la Eutonía establece que el aumento de la conciencia de uno mismo permite a cada uno encontrar el equilibrio en sus modalidades relacionales. De esa manera, el introvertido aprende, a través de la experiencia del contacto, a entrar en comunicación con el exterior, y desarrolla su capacidad de apertura y relación. El extrovertido, en cambio, debe aprender a escuchar sus percepciones propioceptivas internas.
Las percepciones cenestésicas constituyen una base sobre la cual se asientan también las emociones. Un buen estado psíquico requiere una conciencia de la realidad que solamente podemos obtener a través de la interacción permanente entre el cuerpo y nuestro entorno.
Algunas técnicas utilizadas en la pedagogía de la Eutonía son el análisis del contacto con el suelo, o la colocación de pequeños objetos tales como bastones o pelotas en determinadas zonas del cuerpo, para liberar las tensiones de la musculatura profunda, la más próxima al hueso. Gerda Alexander también desarrolló otros ejercicios, como el de los “movimientos dibujantes”, donde el alumno debe visualizar y sentir el trayecto de su cuerpo en el espacio más allá de sí mismo. Al elevar la cabeza, por ejemplo, tiene que intentar entrar en contacto con el techo, como una marioneta a la que se estira a través de un hilo invisible.