En este artículo traducido y adaptado por ISAF, Alex Hoffman habla de su experiencia sobre cómo planificar un entrenamiento de fuerza y resistencia de acuerdo al perfil y objetivo de su cliente.
En un principio, cuando planificaba entrenamientos, no sabía realmente lo que estaba haciendo. Utilizaba técnicas básicas, para asegurarse de que finalizaran la sesión de entrenamiento sudando. Aunque los resultados eran positivos, sabía que el trabajo no estaba bien realizado.
En ocasiones, los clientes le cuestionaban el tipo de entrenamiento que realizaban, por lo que empezó a estudiar cómo planificar entrenamientos desde el punto de vista científico. Aunque Hoffmann asegura que no es necesario leer cada publicación al respecto, debemos saber aplicar las principales investigaciones para obtener resultados específicos.
Por este motivo planteó cuestiones como: ¿Se debe realizar entrenamiento aeróbico y de fuerza el mismo día?
Ambos proporcionan beneficios fantásticos, sin embargo, algunos de los cambios fisiológicos causados por el entrenamiento de resistencia aeróbica son opuestos a los de fuerza y viceversa. Por ejemplo, el entrenamiento de fuerza favorece la mejora de hipertrofia, disminuyendo la densidad mitocondrial (un factor clave en la capacidad de resistencia aeróbica). Por otro lado, el entrenamiento aeróbico aumenta la capacidad oxidativa del músculo, disminuyendo la producción de potencia máxima y una posible disminución en el tamaño de las fibras de tipo II.
Como resultado, surgió la creencia de que los beneficios de uno de los entrenamientos son negados por el otro cuando se realiza en el mismo ciclo, evitando que el individuo consiga el máximo rendimiento en el entrenamiento. Esta suposición se respalda en un estudio realizado en 1980 por RC Hickson. En la investigación que duró 10 semanas, se siguieron 3 programas diferentes con 3 grupos de individuos. El primero realizó entrenamiento de fuerza, el segundo entrenamiento de resistencia y el último una combinación de ambos (entrenamiento concurrente).
Los resultados del estudio mostraron que el primer grupo tuvo mayores ganancias de fuerza que los otros dos grupos participantes. No obstante, el que realizó el programa de entrenamiento concurrente mostró mejoras en el VO 2 máx (aspecto muy importante para el rendimiento deportivo).
Por tanto, el entrenamiento concurrente siempre interfiere en las adaptaciones al entrenamiento de la fuerza. Si mi objetivo es mejorar la fuerza, ¿necesito evitar el entrenamiento de resistencia? ¿el entrenamiento concurrente me beneficiará al obtener adaptaciones positivas en el entrenamiento de resistencia?
Afortunadamente, hay más investigaciones que pueden responder a estas preguntas. Existen análisis de 21 estudios sobre el entrenamiento concurrente llevados a cabo en 2012 por Wilson et al., que revelaron datos muy interesantes sobre este tema.
El análisis realizado, revela que el entrenamiento concurrente sólo interfiere en determinadas condiciones. Si, por ejemplo, el principal objetivo es mejorar la potencia (velocidad, salto vertical, levantamiento olímpico, etc.), el entrenamiento aeróbico debe mantenerse al mínimo.
Como entrenadores, debemos utilizar métodos que estén comprobados a nivel científico para planificar los entrenamientos de acuerdo a las necesidades individuales de cada persona. En el curso de Entrenamiento Funcional de Alto Rendimiento + Ampliación a Másterde ISAF se facilita toda la información al respecto.
excelente !!!