Quizá la problemática más importante que afecta al sujeto común promedio, cuando desea comenzar un plan de actividad física, bien sea por fortalecer su salud, prevenir los factores de riesgo e incidencia de enfermedades morbi-mortales, para recrearse o simplemente divertirse y generar relajación y placer, es que tanto los gimnasios y ámbitos deportivos públicos / privados, como los centros deportivos, están a cargo de muchos profesionales sin capacidad técnica y profesional para entrenar a este tipo de población, acompañado de médicos y nutricionistas sin formación sólida en Ciencias del Deporte.
Enfrentar el sedentarismo, es una tarea ciclópea, ya que es un “ENEMIGO” muy poderoso, que puede (o no) estar acompañado de patologías gravosas para la salud de los sujetos.
Por ello afirmamos que el sedentarismo representa uno de los factores de riesgo más críticos e incidentes en la salud de nuestra población, y aun no estando asociado a otros factores de riesgo (hipertensión, obesidad, tabaquismo, como frecuentemente lo está), este factor por si solo, es un grave problema para la calidad de vida y la salud de nuestra población.
Hay que destacar que cuando más elevado es el nivel de aptitud física (“Fitness”) de una persona, mayor calidad de vida y menor incidencia de los factores de riesgo más morbi-mortales tiene la misma. En poblaciones latinoamericanas, el sedentarismo está fuertemente determinado por la pobre historia deportiva previa de nuestras poblaciones, particularmente durante la niñez, la adolescencia y la adultez juvenil.
Los mayores problemas con el desarrollo de un programa sistemático y persistente de ejercicios, es que la implementación del mismo, requiere:
- a) Tiempo
- b) Esfuerzo
- c) Disciplina
- d) Hábito
Objetivos de un programa de actividad física
Los principales objetivos de un programa de actividad física para el logro de un nivel de aptitud física (“Fitness”), y un nivel de calidad de vida (“Wellness”), son:
- Mantener la capacidad funcional general, sobre todo la capacidad aeróbica (VO2 máx.).
- Mantener la amplitud de movimiento, la movilidad articular, la flexibilidad artro-muscular y la elongación.
- Conservar la integridad músculo-esquelética.
- Mejorar el estado psicológico y la autoestima.
- Prevenir y tratar la Enfermedad Cardio coronaria, la Diabetes Mellitus y el Síndrome Metabólico.
- Generar “adicción” al ejercicio.
- Crear “adherencia” al Programa.
Para ello hay que desarrollar un programa de actividad física, en el largo plazo, que cumpla con las siguientes etapas fisiológicas y metodológicas:
- PROGRESIVIDAD: Comenzar muy gradualmente el plan de ejercicio, con una obsesiva precaución de no sobre-estimular al sujeto, sobre todo en los primeros 6 meses.
- ADAPTACIÓN: Generación de efectos cardiovasculares, pulmonares, neurales, óseos y musculares (metabólicos-celulares) que garanticen la base biológica de la práctica deportiva, sin fatiga ni lesiones.
- HABITO: Lograr que la persona se adapte y adquiera la costumbre de hacer ejercicio; necesita casi 1 año en la actividad, sin discontinuidad.
- ADICCIÓN: Positiva respuesta psicofísica que hace que sintamos la necesidad imperiosa y constante de hacer actividad física, proceso que lleva casi 2 años.
- ADHERENCIA: Fuerte arraigo en un programa de actividad física, con casi 100 % de retención, ya que el programa de ejercicios pasa a ser una parte esencial de nuestro modo de vida.
Se recomienda no comenzar un programa de actividad física sin un control médico-deportivo y un plan de actividades progresivo, con objetivos a largo plazo.
Debe realizarse una inversión en acciones de Medicina del Deporte y Ciencias del Ejercicio, para hacer un diagnóstico y seguimiento de las capacidades morfo-funcionales de los sujetos que inician un programa de actividad física, para poder asesorarlo científicamente el plan de ejercicio, la alimentación y los procesos de recuperación.
Mínimamente se deben realizar, preventivamente, estos controles incluidos en un programa de evaluación biomédica, antes de comenzar a practicar actividad física:
- Examen Predeportivo, con historia clínica médica, y revisión traumatoortopédica deportiva. Antecedentes de enfermedades y lesiones; antecedentes familiares, etc.
- Datos antropométricos: Peso y talla; Su peso más bajo y peso más alto, desde la edad adulta. Evaluar 6-8 pliegues cutáneos y 5 perímetros musculares.
- Datos Deportivos: Como se relacionó con el deporte en la niñez y en la adolescencia; Si practica o no deportes actualmente; con qué frecuencia, características, contenidos, rutinas, etc.
- Realizar un Electrocardiograma de reposo, y un test ergométrico, máximo a intensidad progresiva, en banda-caminadora o bicicleta ergométrica, con la asistencia de un Cardiólogo, preferentemente especializado en Cardiología y Medicina del Deporte.
- Mediciones de Amplitud del Movimiento, Flexibilidad.
- Análisis bioquímicos de sangre y orina, prescritos por el médico deportólogo.
- Control nutricional, hábitos e ingesta alimentaria y de fluidos. Posterior a este diagnóstico, elaborar estrategias nutricionales y de hidratación, individualizadas.